Quedada en Constitución, como en otras ocasiones, cogemos el bus que nos llevará a la entrada de Santa Isabel. En el muro desconchado hay una puertecita que nos permite dejar lo urbano y adentrarnos en nuestro “bosque particular”. (Me recordó la entrada en el gran armario que trasporta al mundo de Narnia…bueno, que parece que me voy del tema, pero, según escuché a otros, y sentí yo, en algún momento nos vimos envueltos en la riqueza del arbolado de ribera, cual cuento mágico, al que volveré en el relato de hoy, de forma oportuna, espero).
Seguimos el sendero paralelo al curso del Gállego en su margen izquierda, charlamos y recordamos otras marchas…y llegamos a la pasarela. ¡Ya estamos en la margen derecha! Es un camino bien definido y que cada cual orienta a su manera; dialogamos sobre si aquello del fondo es Vadorrey o Las Fuentes. Resulta divertido comprobar los criterios distintos: en aquellas casas vive…;sé que van en este orden…; los barrios apenas se separan, como vamos bordeando no está tan claro… un coro de opiniones. Para otra vez, podemos hacer apuestas…
Volvemos a un paisaje semisalvaje; la riqueza de los sotos que bordean la ciudad y destacaré, por la sorpresa que nos produjo a algunos, el tamariz (tamarix en época romana, cuyo significado “ eres mi sostén”, resulta, al menos, curioso). Ese arbusto, que en lugares alcanza la categoría de árbol, presenta su mayor esplendor, en esta rara primavera: en flor, se muestran en blanco y en rosáceo, llegan a crear una manta blanca, cual pasadizo: muy atractivo para los aventureros.
El cauce del Gállego invita a fijarnos en los detalles; el río viene rojizo, llegamos a un último meandro con su pedregal incluido. Rosa encuentra pedazos de pedernal negro, que, finalmente, tras consultarlo, resulta ser combustible físil de carbón. Una pequeña herida de corte y primeros auxilios…Por momentos, escuchamos un sinfín de trinos y, en nuestro sugerente sendero, llegamos a la desembocadura del afluente al Ebro y a la urbe. Con paseo relajado, también nos atraen hoy los arbustos de flor cepillo, de un intenso rojo y forma, como su nombre indica) porque ya lo más familiar de chopos, álamos, olmos o acacias casi ni se considera. Paramos a almorzar y continuamos por la ribera.
Pasamos el club Monkayak Hiberus. Están botando una “Falúa” y los observamos un rato. Recapitulando, si no me olvido de alguno, el Giménez Abad, el Azud, de la Unión, del Pilar, de Piedra ( aquí nos alcanza la barca ( al final, utilizan la “Vadorrey”), de Santiago, de la Almozara… el vermut en el chiringuito de “Luna Morena”, contando las ranillas que quedan de la Expo…La Veterana propone el título de la crónica de hoy y lo acepto de buen grado: ilusión, bienestar compartido, sensaciones del aire, en nuestra propia casa, despejados…son algunas de las sensaciones compartidas.
Espero no haberos aburrido con las alusiones a la flora ribereña; me ha parecido algo de lo más destacado de la mañana. Gracias a tod@s.
Y buena caza! Qué ya sólo queda el cierre de la Ronda solar!
Pilar Melero Langa- Cisne C. Deneb